viernes, 27 de enero de 2012

Cinco embustes sobre la deuda

Robert Skidelsky


20-01-2012


En primer lugar, los gobiernos, a diferencia de los particulares, no tienen que pagar sus deudas. El gobierno de un país con su propio banco central y su propia moneda, simplemente puede seguir endeudándose imprimiendo el dinero que se le prestó. Este no es el caso de los países de la eurozona. Sin embargo, sus gobiernos tampoco tienen que pagar sus deudas. Si sus acreedores (extranjeros) ejercen demasiada presión sobre ellos, lo único que tienen que hacer es dejar de pagarla. Una moratoria no es buena. Pero también hay vida después de una moratoria.
En segundo lugar, reducir deliberadamente el déficit no es el mejor camino para que un gobierno equilibre sus libros de contabilidad. La reducción del déficit en una economía deprimida no es el camino a la recuperación, sino a la contracción, ya que significa reducir la renta nacional de la que dependen los ingresos del gobierno. Esto hará que para el gobierno sea más difícil reducir el déficit, no más fácil. El gobierno británico ya debe pedir prestado 112.000 millones de libras (unos 160.000 millones de euros) más de lo que había planeado cuando anunció su plan de reducción del déficit en junio de 2010.
En tercer lugar, la deuda nacional no es una carga neta sobre las generaciones futuras. Incluso si da lugar a pasivos fiscales en el futuro (y parte de la deuda lo hará), éstos serán transferencias de los contribuyentes a los tenedores de bonos. Esto puede tener desagradables consecuencias distributivas. Sin embargo, tratar de reducir la deuda ahora sí que será una carga neta para las generaciones futuras: se reducirán los ingresos de inmediato, caerán los beneficios, se reducirán los fondos de pensiones, se cancelarán o pospondrán los proyectos de inversión, y no se construirán casas, hospitales y escuelas. Las generaciones futuras estarán peor, después de verse privadas de los bienes que de otra manera podrían haber tenido.
En cuarto lugar, no hay ninguna conexión entre el tamaño de la deuda nacional y el precio que el gobierno debe pagar para su financiación. Las tasas de interés que el Japón, los Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania pagan por su deuda nacional son igual de bajas, a pesar de las grandes diferencias en sus niveles de deuda y en sus políticas fiscales.
Por último, los bajos costos de endeudamiento de los gobiernos no reducen automáticamente el costo del capital para el sector privado. Después de todo, las empresas que toman dinero prestado no lo hacen al rendimiento "sin riesgo" de, por ejemplo, los bonos del Tesoro de EE.UU., y la evidencia muestra que la expansión monetaria puede empujar hacia abajo la tasa de interés de la deuda pública, pero apenas tienen efecto sobre los nuevos préstamos bancarios a las empresas o los hogares. De hecho, la causalidad es la inversa: la razón por la cual las tasas de interés del gobierno en el Reino Unido y en otros lugares son tan bajas es que las tasas de interés para los préstamos al sector privado son muy altas.
Al igual que contra “el fantasma del comunismo” que recorría Europa, en el famoso manifiesto de Karl Marx, hoy en día “todos los poderes de la vieja Europa se han unido en una santa alianza para exorcizar” al fantasma de la deuda nacional. Pero los estadistas que tienen por objetivo liquidar la deuda, deberían recordar otro famoso fantasma, el fantasma de la revolución.


Artículo completo en castellano: ¿Cuán importante es la deuda?
Publicado en La Vanguardia, 26 de enero de 2012.
Artículo original en inglés: Does debt matter?

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